La taxonomía es imprescindible tanto para navegar por las escuelas filosóficas como para organizar una ferretería.
Si confundes a Nietzsche con Engels o a Platón con Aristóteles tienes las mismas posibilidades de caer en el error que, si en la ferretería, mezclas las tuercas hexagonales con los tornillos redondos.
Siempre que hay un atentado del radicalismo musulmán surge una pléyade de gilipollas que conviene clasificar para poder identificarlos correctamente. Y, según un somero estudio, aparecen tres grandes grupos, debidamente diferenciados:
Gilipollas de la culpabilidad: si hay una masacre en París, o en Bruselas, o le rebanan el cuello a un periodista, que ha ido a informar, es un fallo nuestro, occidental, porque no hemos sabido seducir a estos jóvenes criminales con nuestros valores. Además, mientras los padres intentan saber si ese trozo de brazo es de su hija, en el doloroso proceso de identificación, ellos se suben a la tribuna…
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