En los últimos meses, con gran frecuencia, en distintos lugares del mundo, hemos visto horrorizados, una serie de ataques terroristas, todos perpetrados por movimientos que responden al Islam radical, el cual no solo promueve el encono, sino que es odio por definición. Su propósito es la destrucción del otro.
Esta corriente política religiosa se rige por una interpretación dogmática del Corán y de los Hadices; así, la Shaaría legisla cada aspecto de la vida. Entre otros tantos asuntos, en la jurisprudencia primigenia no existen las divisiones nacionales. El mundo se reparte en Dar al-Islam: el conjunto de territorios controlados por gobiernos musulmanes; y, en frente, Dar al-Harb, las tierras habitadas por los no musulmanes, infieles, calificativo despectivo de por sí. El problema es que regiones no musulmanas que en algún momento fueron conquistadas por fuerzas islámicas, pertenecen de modo virtual al Islam y deben regresar a ese dominio…
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