Desde que el primer ministro Recep Tayyip Erdogan reveló que siempre fue miembro de la Hermandad Musulmana, la evolución política turca es comparable a la de Egipto: el indiscutible respaldo a Erdogan es tan grande como el odio que suscita. El país está más dividido que nunca, no se vislumbra ninguna solución democrática y el resultado –sea cual sea– estará marcado por la violencia.
La vida política de Turquía se ha hundido en el desorden a partir de la publicación anónima en YouTube –el 27 de marzo de 2014– de dos grabaciones de una reunión de seguridad nacional en la que el gobierno turco planeaba una maniobra sucia que debía permitirle emprender una guerra abierta contra Siria [1].
Erdogan
No es la primera que vez que salen a la luz este tipo de grabaciones ilegales. El 24 de febrero de 2014 se dio a conocer una grabación en la que…
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