No es fácil reducir una historia larga a un artículo. Lo intentaré.
El pequeño espacio que se disputan árabes y judíos se encuentra ubicado en un conflictivo lugar. Las crónicas más viejas documentan pulseadas entre Egipto al sur y Mesopotamia al norte. Luego vinieron las sangrientas conquistas asirias, babilonias, persas, griegas, romanas, árabes, cristianas, turcas e inglesas, hasta llegar al día de hoy, en que se eterniza la confrontación entre pueblos arraigados a esa tierra que, para respaldar sus derechos, se basan en sus propias narrativas.
Un chiste judío propone que los antiguos israelitas marcharon de Egipto a Canaán por la tartamudez de Moisés. Dios le ordenó: «Lleva mi pueblo a la Tierra Prometida, la tierra que mana leche y miel; llévalo a Canadá», y Moisés repitió a sus columnas con gran esfuerzo: «¡Vamos a Can… can… na… án!». Y allí los encajó.
El vocablo Palestina no existía. No es…
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