Hay muchos disparates que sostienen los críticos del liberalismo, al que acusan de ser una religión secularizada. Por ejemplo, el maniqueísmo, la creencia en que los mercados son perfectos, algo que jamás ha hecho ningún liberal.

Socialistas y comunistas, es decir, los mayores enemigos de la Iglesia, y también, no por casualidad, los mayores enemigos de la libertad, critican al liberalismo acusándolo de ser una religión.
Dirá usted: es un reproche más extendido, que incluye a la propia Iglesia. Es verdad, con matices. Una parte del liberalismo decimonónico fue hostil a la religión, asociándola con los peores aspectos del Antiguo Régimen.
De ahí brotaron dos tremendos errores cometidos por los liberales: uno fue el apoyo a la desamortización, que privó a la Iglesia de sus bienes, y el otro fue el acoso a la…
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