La gran victoria electoral de la derecha en noviembre de 1933, después de un bienio izquierdista desastroso, provocó un verdadero terremoto en las izquierdas y los separatistas. Companys, a través de su periódico La Humanitat, se declaró “en pie de guerra”, Azaña propició un golpe de estado y el PSOE, que ya había roto con las izquierdas “burguesas”, se dispuso a organizar la insurrección armada para imponer la “dictadura del proletariado”, es decir, del propio PSOE. Y, a pesar de que el partido más votado, la CEDA, renunció tímidamente a gobernar, enseguida comenzaron las maniobras desestabilizadoras contra el gobierno del Partido Radical de Lerroux.
El primer ataque en regla fue la huelga general agraria promovida por el PSOE para impedir la cosecha de trigo, lo que habría causado una hambruna. El gobierno consiguió abortarla, y a continuación le tocó el turno a Companys y su Esquerra, que había perdido…
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