Una semana antes de aquel 18 de julio de 1936 que habría de marcar para siempre la Historia del siglo XX español, la prensa de Barcelona recogía en sus páginas de sucesos las crónicas de un extraño crimen. En la puerta de La Criolla, famoso local de travestis del barrio chino de la Ciudad Condal, un habitual del establecimiento –al punto de ser conocido por el alias Pep de La Criolla– había sido asesinado por un grupo de individuos, al parecer mossos d’esquadra de paisano.
El del tal Pep, un personaje del lumpen barcelonés vinculado a los servicios de espionaje de la Generalitat, no sería ni el primer ni el último cadáver en una de las tramas más sórdidas y menos conocidas de la Cataluña de la República y la Guerra Civil. Se trata de ésa que alimentaría una catarata de odios fratricidas, traiciones, muertes violentas y conspiraciones…
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