España está llena de valientes: defensores de los animales que desean la muerte de un niño enfermo porque quiere ser torero, críos que dan palizas a niñas más pequeñas en el patio, una chusma que agrede a unos guardias civiles y sus novias en una proporción de diez a uno y antifranquistas que le tiran huevos a una estatua de Franco de noche. Y todos se saben impunes.
La alcaldesa de Barcelona quiere acabar con el turismo de cruceros, que es capitalista, depredador, contaminante y agresivo.
Pero para que la burguesía catalán no llore, se ha inventado otro tipo de turismo, solidario, sostenible, comprometido para sustituirlo: el turismo antifranquista.
Por si cae algo del Estado (vivir del Estado es el gran sueño de todo español, incluso liberal o antiespañol), los españoles siempre han procurado hacerse con un certificado de represaliado del régimen derrocado o extinguido, una foto con un ministro…
Ver la entrada original 1.094 palabras más