Por lo general, cuando una persona se presenta a la sociedad, habla de sus gustos personales, de sus logros, de sus aficiones, de su trabajo o estudios, si tiene hijos o mascotas, de si le gusta ir al gimnasio o si le encanta quedarse en casa viendo películas. Habla de sus títulos académicos o de si domina algún idioma extranjero, de sus raíces o sus antepasados, es decir, habla de todas esas cosas que le hacen ser quien es. A estas personas, a menos que seáis amigos o alguien cercano, no las veréis hablando de su sexualidad, ni de con quién comparten cama.
Sin embargo, para gran parte de las personas que integran la comunidad LGBT, o mejor dicho, para la mayoría de los que asisten a las marchas por el orgullo gay, su presentación al mundo es, lamentablemente, su vida sexual.
Se supone que las marchas por el orgullo…
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