
Ya sabemos que hablar de «revolución» como sinónimo de «insurrección» o de «motín» es darle, simplemente, un valor negativo: no define la trascendencia y la calidad del cambio producido.
La palabra «revolución» alcanza su valor más significativo, su aspecto positivo y más noble, cuando representa la sustitución rápida, decidida, violenta, de un orden caduco por otro más efectivo y menos injusto -no podemos hablar, sin embargo, de plena y total justicia en lo humano-. En la revolución, la «insurrección» es solo una de las fases iniciales.
Toda revolución suele tener algún aspecto repulsivo y éste suele darse como es lógico principalmente en el momento insurreccional, porque se produce un desenfreno pasional y, a veces, un caos -inducido o no- de notable magnitud.
La deriva caótica puede depender de actores y factores externos y de pescadores de fortuna en río revuelto, aunque, suele tratarse de una acción bien trazada por los…
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