Acabamos de conocer que Oxfam ha tenido a sueldo a una cuadrilla de puteros con dinero ajeno, y eso ha producido el asombro que se supone en la gente que se deja conducir habitualmente por una candorosa ingenuidad, pero, si se mira bien el caso, habrá que reconocer cómo, para los muy partidarios del sexo sin consecuencias, muy abundante y barato, hacerse con un cargo en una ONG supone llevar en la mano una escalera de color en el póker de la respetabilidad.
Luego, si les pillan, obrará a su favor el daño que pueda hacerse a la organización, y es muy probable, que la importancia de lo que está en juego, obligue a quienes están muy seguros de su decencia personal a mirar para otra parte y premiar con un ascenso a los réprobos. Claro es que tamaña conducta constituye un aliciente…
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