El problema del nacionalismo, de la identidad nacional y de los símbolos nacionales es que son un destilado de la tribu. Una manera fácil de saber cuáles son los tuyos. Es obvio que no son iguales todas las naciones; que tampoco lo son aquellas partes de la cultura de un lugar que escogemos como elementos que sirven para definirnos. No son iguales el nazismo, el republicanismo francés y el nacionalismo estadounidense. Hay discursos más perversos que otros, como hay religiones peores. Pero no por eso dejamos de llamar religiones a las religiones.
De hecho, una de las características típicas de toda religión es la idea de ser la auténtica. Y algo típico de todo nacionalismo es autodefinirse defensivamente como paso previo: se construye precisamente para excluir a otros, que son —se admita o no abiertamente— diferentes y, por eso, peores (este paso es casi inevitable). ¿Qué nacionalismo permitiría una descripción…
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