Yo siempre he pensado que cuando te «metes» en política te deberías obligar a estudiar, a mejorar. Hablo de un desiderátum, claro. Lo que es bueno en general, en el político debería ser obligatorio. No sé, mejorar un idioma extranjero o aprender sobre proceso legislativo, sobre costes y consecuencias, sobre política internacional. Usar el poder y la influencia para salir del cargo mejor.
Sin embargo, sospecho que la política activa produce justo el efecto contrario.
Yo, por ejemplo, le aconsejaría a Gabriel Rufián que abriera un libro que trate sobre algo. Por ejemplo, un libro de historia del siglo XX *.
Pero, por lo que vemos habitualmente, él abrir, lo que se dice abrir, solo abre tuiter a diario:
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