En muchas de las historias que aparecen en Atlas del bien y del mal —disponible en las mejores librerías— está presente el racismo. Es lógico, ha sido uno de los motores y señas de identidad más notables de las sociedades humanas, y se encuentra en el cerebro reptiliano de la ideología nacionalista. Pero escojo una de ellas. Creo que es especialmente adecuada, ya que, no solo se ocupa directa y esencialmente de esta cuestión, sino que se refiere a sucesos que terminaron llevando a calificar a los españoles como poco más que retrasados mentales portadores de enfermedades y costumbres salvajes.
La fantástica ilustración es de Alejandra Acosta.