El Gobierno va a solicitar que al menos un fiscal analice un vídeo de un humorista porque en él «desea» la muerte del presidente Sánchez. Desea de manera un tanto enrevesada, utilizando a un niño sobrado de peso al que se le mueren personajes favoritos. O el niño tiene mala suerte o goza de poderes sobrehumanos —como un X-men, su afecto mata a distancia—. También puede que el género sea otro, no el de superhéroes, sino el fantástico, y se cuente una historia de satánico nepotismo: existen los Reyes Magos, se dedican no al bien, sino al mal, el humorista lo sabe y el niño es un enchufado.
Frente a estas alternativas, se alza otra más prosaica: el humorista no desea realmente la muerte de nadie, los personajes favoritos del niño son Bob esponja y su abuelo, y los Reyes Magos son personajes de ficción (en cualquiera de sus versiones…
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